El grupo de Detroit Third Coast Kings es uno de los máximos exponentes a nivel mundial de lo que se ha venido llamando como escena ‘deep funk’. Con su primer disco, también publicado por Record Kicks, lograron un reconocimiento global, siendo pinchados por grandes coleccionistas y DJs como Kenny Dope González,DJ Muro o Craig Charles, y actuando en festivales tan importantes como el Fuji Rock en Japón. Por lo tanto, las espectativas estaban bien altas para este segundo álbum, y la verdad es que no decepcionan para nada. Su propuesta sigue siendo la misma, apostar por el sonido más crudo y grasiento de los 60 y 70. No en vano, su forma de grabar es tal cual como se hacía en la época, todos en un mismo estudio, tocando juntos, con pocos micros, sin apenas efectos ni trucos de post-producción. Sonando tal y como lo harían en un directo. Para ello han contado con la producción de Nate Goldentone, todo un experto en bandas de funk actuales que quieren sonar como los JBs o los Meters, y que se ha ocupado de los nuevos discos de gente como Dojo Cuts o The Liberators, dos bandas australianas que forman parte también del roster de Record Kicks. El resultado es, como decimos, un calco de lo que se podía haber hecho en Detroit a finales de los 60 y principios de los 70, tocando funk pero siempre muy influenciado por el soul y el jazz. Es curioso, porque el nombre del Lp, West Grand Boulevard hace referencia a la calle donde estaba ubicado el cuartel general de la Motown antes de que hicieran las maletas y se fueran buscando el sol a California. Sin embargo, el sonido de la banda no tiene nada que ver con el clásico sonido Motown, aunque por supuesto también había excepciones, y podemos encontrar ese toque ‘raw’ en discos de Edwin Starr o los primeros Commodores. De todas formas, es normal que una banda de Michigan quiera homenajear a su ciudad, y por ende, al sello más representativo. Como ellos mismos dicen, Detroit se puede sentir en todas y cada una de las canciones de este álbum. Desde la descarga instrumental de Lead Foot, pasando por el deep soul de Birds & Bees o el sonido clásico de sister funk en Just Move, podemos comprobar la gran capacidad como instrumentistas de estos chicos: vientos potentes y afilados, solos de órgano a la vieja usanza, bajos y baterías chirriantes, y cómo no, una voz femenina y otra masculina que no dejan indiferente. Este duelo de cantantes quizá sea lo que más les pueda diferenciar de otras bandas actuales, ya que aporta al conjunto ese toque especial, que unido a los temas instrumentales, hacen que las doce canciones sean más digeribles de una pasada.-
Javi Frías
Fuente: http://www.clubbingspain.com
El grupo de Detroit Third Coast Kings es uno de los máximos exponentes a nivel mundial de lo que se ha venido llamando como escena ‘deep funk’. Con su primer disco, también publicado por Record Kicks, lograron un reconocimiento global, siendo pinchados por grandes coleccionistas y DJs como Kenny Dope González,DJ Muro o Craig Charles, y actuando en festivales tan importantes como el Fuji Rock en Japón. Por lo tanto, las espectativas estaban bien altas para este segundo álbum, y la verdad es que no decepcionan para nada. Su propuesta sigue siendo la misma, apostar por el sonido más crudo y grasiento de los 60 y 70. No en vano, su forma de grabar es tal cual como se hacía en la época, todos en un mismo estudio, tocando juntos, con pocos micros, sin apenas efectos ni trucos de post-producción. Sonando tal y como lo harían en un directo. Para ello han contado con la producción de Nate Goldentone, todo un experto en bandas de funk actuales que quieren sonar como los JBs o los Meters, y que se ha ocupado de los nuevos discos de gente como Dojo Cuts o The Liberators, dos bandas australianas que forman parte también del roster de Record Kicks. El resultado es, como decimos, un calco de lo que se podía haber hecho en Detroit a finales de los 60 y principios de los 70, tocando funk pero siempre muy influenciado por el soul y el jazz. Es curioso, porque el nombre del Lp, West Grand Boulevard hace referencia a la calle donde estaba ubicado el cuartel general de la Motown antes de que hicieran las maletas y se fueran buscando el sol a California. Sin embargo, el sonido de la banda no tiene nada que ver con el clásico sonido Motown, aunque por supuesto también había excepciones, y podemos encontrar ese toque ‘raw’ en discos de Edwin Starr o los primeros Commodores. De todas formas, es normal que una banda de Michigan quiera homenajear a su ciudad, y por ende, al sello más representativo. Como ellos mismos dicen, Detroit se puede sentir en todas y cada una de las canciones de este álbum. Desde la descarga instrumental de Lead Foot, pasando por el deep soul de Birds & Bees o el sonido clásico de sister funk en Just Move, podemos comprobar la gran capacidad como instrumentistas de estos chicos: vientos potentes y afilados, solos de órgano a la vieja usanza, bajos y baterías chirriantes, y cómo no, una voz femenina y otra masculina que no dejan indiferente. Este duelo de cantantes quizá sea lo que más les pueda diferenciar de otras bandas actuales, ya que aporta al conjunto ese toque especial, que unido a los temas instrumentales, hacen que las doce canciones sean más digeribles de una pasada.-
Javi Frías
Fuente: http://www.clubbingspain.com
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