Jack White Lazaretto

El ex White Stripe es de los hombres más trabajadores y prolíficos de todo lo que viene desde EE UU, sin llegar a la loca productividad de Robert Pollard en Guided By Voices y otros proyectos, pero es que eso es ya de otro planeta… Además de sus múltiples bandas y labores como productor y dueño del sello Third Man Records y sus locas ideas para sacar LP’s de todas las maneras y colores posibles, hace poco era noticia por haber producido lo último de Neil Young (y también por polémicas con otras bandas), pero ya se echaba en falta música de facturación propia y hace unos meses nos llegaban dos temas, el instrumental ‘High Ball Stepper’ y ‘Lazaretto’ un poco después, dando este último título asimismo al segundo álbum en solitario de su carrera. Por el tipo de singles que salieron adelantando ‘Blunderbuss’ (su debut en solitario de 2012), es decir, el acústico ‘Love Interruption’ y el rockero ‘Sixteen Saltines’, el público pudo hacerse una idea a ciencia cierta de lo que contenía el trabajo: temas potentes, pero también con un peso importante de los medios tiempos y las baladas acústicas, donde el piano era un instrumento con tanto protagonismo como la guitarra eléctrica. White nos ha engañado un poco con los citados singles de ‘Lazaretto’, pues ambos son bien potentes y sucios, sobre todo el tema titular, haciéndonos pensar que su segundo LP podía ser todo un puñetazo sonoro, pero no. El álbum vuelve al planteamiento de su debut (incluso con más peso de medios tiempos y baladas) y eso no es nada malo, pues al de Detroit no le hace falta esconderse entre muros de distorsión para sacar buena música y de hecho es capaz de crear belleza y emocionar con pocos elementos. Hay muchos puntos interesantes que explorar aquí, entre ellos cómo sacó adelante las letras, escritas cuando el músico tenía diecinueve años, y rescatadas ahora de su desván. Aunque seguramente temas como el propio ‘Lazaretto’ sean los arietes y los más recordados y celebrados en los conciertos, merece la pena dedicarle unas cuantas escuchas al disco y observar cómo White explora la música tradicional de su país en cortes como ‘I think I found the Culprit’ o ‘Temporary Ground’, donde encontramos elementos como el violín o el pedal steel guitar y contribuciones vocales tan bonitas como las de Lillie Mae Rische. Y es ahí, en esas pequeñas joyas escondidas, como la simple (y no por ello menos convincente) ‘Want and Able’ que cierra el disco, donde descubrimos que hasta el White más desnudo, sin tanta teatralidad, puede dejarnos igualmente boquiabiertos. Pero como el ex de Meg White es dado a tonos dramáticos en su música, con excelentes resultados, también cabe destacar esos momentos del álbum, aquí plasmados en pistas como ‘Would You Fight For My Love?’ o ‘That Black Cat Licorice’ (y también la ya citada ‘I Think I Found The Culprit’). En definitiva, lo haga como lo haga y se lo plantee como se lo plantee, Jack White siempre logra tocar la fibra a quien se acerca por cualquier ángulo de su ya extensa discografía y aunque este trabajo requiera repetidas y sustanciales escuchas para sacarle brillo, al final deslumbra como siempre.

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