Charly García debutó y deslumbró en el Teatro Colón

El show Líneas Paralelas, Artificio Imposible cumplió con las expectativas generadas; anoche tocó a sala llena en el gran escenario lírico Charly llegó bien temprano al Colón en una limusina blanca para probar sonido. En la puerta del Teatro lo esperaba su hermano Dani García, que está filmando el documental de este concierto especial para el bigote bicolor. Ya no se movió del teatro hasta la hora del show. Sabía todo lo que significa su presencia en el templo lírico. Desde su anuncio, el espectáculo Líneas Paralelas, Artificio Imposible generó mucha expectativa y misterio. Finalmente ayer, a las 21, cuando se abrió el telón, la nueva obra performática de Charly quedó revelada. Ya habían pasado los flashes en el hall con presencia de políticos y gente que posaba al lado de falsos Charly para una campaña telefónica, o se sentaba frente a un instrumento que emulaba su conocido teclado pintarrajeado. Dentro de la sala, el rumor inicial, casi respetuoso del público, rompió en estallido tribunero "ésta es la barra de Say No More" cuando se escucharon los primeros compases de "Dileando" y su figura apareció recortada en el fondo del escenario abriendo los brazos en cruz. Fue el comienzo de un concierto especial con un listado de canciones, entre las que figuraron "Vía muerta", "Desarma y sangra", "Rejas electrificadas" (pasaje instrumental), "No te dejes desanimar" "Tango en segunda" con la presencia de Jean Francois Casanova, "El amor no espera" (bien rockera y electrificada), "Promesas sobre el bidet" y "Anhedonia", entre otras, que rompieron el protocolo entre su público, con ovaciones, gritos y aplausos en medio de los temas. El único que no rompió el protocolo fue Charly, que se mantuvo en su atrio de sintetizadores, melotrones, iPads y teclados, muy concentrado, bailoteando un par de veces, haciendo alguna pequeña referencia a un tema y encadenando un temas tras otro, sin pausa, hasta el primer intervalo. Quedaba claro en la primera parte que el García sinfónico anidaba en esas canciones de su primer período, como "Desarma y sangra" o "No te dejes desanimar", en perfecta sincro entre su banda eléctrica y las cuerdas, y el Charly de siempre en versiones como las de "Promesas sobre el bidet", donde evocó el espíritu de los 80, con una gran bola de espejos que se posó sobre el escenario. Vestido con saco y elegante sombrero negro, el músico era el único ubicado en el centro del escenario, con unas líneas punteadas que cortaban el escenario en dos. De un lado y otro se repartían los músicos de su banda The Prostitution y la Orquesta Kashmir, formada por dos cuartetos de cuerdas. Todos quedaban rodeados por las famosas líneas paralelas marcadas con dos láseres de color azul y rojo, que al final formaban un triángulo. La puesta inteligente y despojada (con una gran pantalla de fondo que ocupaba todo el escenario) generaba un clima sugerente, sobre todo en los instrumentales.

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