El regreso de Serú Girán

"Hay que calentar el ambiente que hoy viene Charly". Con un franco clima de reunión cumbre del rock nacional -ya pasaron David Lebón y también Pedro Aznar-, el inicio de la recta final de la primera de las tres jornadas del Cosquín Rock 2013 queda en manos de la solvencia y el oficio del rosarino. Con las sierras de Santa María de Punilla color plomo custodiando a lo lejos el amplio predio y el cielo todavía luminoso, Páez le allana el camino a su maestro con una ofrenda de clásicos irrompibles. Y ya a estas alturas, cuando vuelve a sonar por milésima vez la base seca y los teclados sugerentes de "El amor después del amor", él ya parece un profeta sanador disputándose un lugar en el cielo ante una marea de gente que lo venera y por primera vez en el día pierde la calma. Acompañado por una banda sólida y bien articulada, pulida al detalle para la gira por el 20° aniversario de aquella obra cumbre que Fito emprendió durante todo 2012, el listado no brinda margen para el reproche, con clásicos del tamaño de "11 y 6", "Tumbas de la gloria", "Brillante sobre el mic", "Polaroid de locura ordinaria" y "Ciudad de pobres corazones". Aunque, sin embargo, el momento más intenso de show quede con "Pétalo de sal", cuando la voz de Luis Alberto Spinetta, a un año de su desaparición física, cae sobre el valle cordobés como un bálsamo, una lluvia refrescante y divina. "Nadie se fue a ningún lado, está en el corazón de todos nosotros", indica Fito con fortaleza. Cuando llega el turno de Ciro y Los Persas, el aeródromo cordobés ya muestra un lleno total, con una cifra que supera las 40.000 personas. Y como pasa cada vez que toca el cantante (el principal administrador del preciado legado de Los Piojos), el monstruo se despierta en un sinfín de banderas que hablan de símbolos y temas del pasado. Pero Ciro tiene más motivos que esos para colgarse su guitarra: con su recientemente editado "27", su segundo disco solista, suenan temas nuevos como "Astros", "Curtite", "Caminando" y "Héroes de Malvinas", con homenaje completo a los ex combatientes que se suben al escenario y le juran lealtad a Andrés, que se emociona y también agradece. Sin embargo, claro, también está el resto: "Taxi boy", "Todo pasa", "Tan sólo" y "Morella", junto a su ex compañero Micky Rodríguez, son piezas de un show sólido y de estadio, pero que parece necesitar demasiado del pasado para mantener la temperatura. Para el final, el arribo de Charly García sucede sobre la madrugada de ayer, cuando The Prostitution, esa máquina destinada a convertir en ley los caprichos de su cantante, desembarca con toda su presencia sobre el escenario principal. Pero las cosas de entrada no resultan bien: algunos problemas de sonido y desajustes de la banda tornan algo deslucido el comienzo del número fuerte. "Es bueno verlos aunque no los conozca", saluda Charly sonriente. Con un listado similar al que desplegaron durante sus shows del año pasado en el Luna Park, donde pesan versiones de "Promesas sobre el bidet", "Pasajera en trance" y "Ojos de video tape", Charly muestra su buen humor, incluso ante los desperfectos de la noche: festeja a su equipo ("la banda que siempre soñé"), ensaya alguna apreciación histórica ("Atahualpa Yupanqui vivía en la dimensión desconocida") y hasta baja línea a un público en su mayoría bien joven ("No creo en el CD, escuchen música en toca discos"). Cuando el sonido se acomoda sensiblemente sobre el final del set y la emoción se encarga de nivelar el resto con "Los dinosaurios" o la arengadora "Me siento mucho más fuerte", Charly anuncia la jugada que todos suponían. "Lamentablemente se murió Moro, si no esta noche estábamos todos... ¡porque va a tocar Serú Girán!". El llamado pone sobre el escenario a Aznar y a Lebón para cargarse una exacta versión de "Perro andaluz", con la gracia en las cuatro cuerdas de Pedro, y una algo improvisada interpretación de "Seminare", sobre la viola de Lebón y ese estribillo con falsete que hace forzar gargantas y emocionar por tanta épica y nostalgia. Si hasta el mismo García parece conmovido cuando, antes de abandonar el escenario, prefiere analizar el resultado: "Somos personas dignas, por lo menos esta noche... ¿no?"