Joni Mitchell Shine

El año 2002, Joni Mitchell anunciaba su retiro definitivo del mundo de la música, dando como razón principal y excluyente a la industria discográfica, a la que acusó de enriquecerse a costa de los músicos y de dedicarse, prácticamente, a “jugar golf y a crear estrellas de hip-hop”, para llenarse con más millones de dólares sus ya abultados bolsillos. Ese mismo año, la cantante, música, multi-instrumentista y pintora también editaba el que sería su último registro, “Travelogue”, placa doble que recopiló temas de diferentes épocas. En ese disco, Mitchell se hizo acompañar de una orquesta y fue, sin duda, una despedida gloriosa, de una calidad superlativa y que dejaba su nombre más que bien puesto en los anales de la música contemporánea. Pues bien, parece que a la industria poco le importó el retiro de Joni. En los años siguientes, se lanzaron varias recopilaciones de ella, incluyendo una del 2005 en la que la misma artista canadiense seleccionó los cortes, por lo que para ese entonces, su autoimpuesta salida se hacía cada vez más difusa, casi como sus líricas llenas de una poesía envidiable. Y, tras nueve años de silencio en lo que respecta a material inédito (“Both Sides Now”, del año 2000, fue la revisión de temas clásicos por parte de Mitchell), finalmente la legendaria canta-autora nos regala “Shine”, su vigésimo primer disco, que la devuelve al mundo de la música. No obstante, no deja de ser curioso que este cedé sea editado bajo el sello Hear Music, dependiente de la cadena de cafeterías Starbucks, que en el último tiempo ha hecho noticias por problemas de regulación laboral en los Estados Unidos; para bien o para mal, Joni Mitchell jamás cambiará su visión de la música como instrumento de protesta y con “Shine”, a pesar de estar bajo una casa “hostil”, la gran músico no tempera su discurso, más bien lo endurece. Por otra parte, en lo musical Mitchell se muestra increíblemente lozana. En “Shine” existen las ya características partes orientadas al jazz, de las que ella es la creadora, sin duda, mezclándolas con un pop de vanguardia en algunos temas y, en otros, vuelve a sus raíces como cantautora despojada, apoyándose sólo en su piano o en la exquisita guitarra acústica de James D. Taylor. Eso se aprecia apenas comienzan las primeras notas de “Shine” con el corte instrumental ‘One Week Last Summer’, cuya columna vertebral es el bellísimo piano de Mitchell, al que acompañan el saxo de Bob Sheppard, el pedal steel de Grez Leisz más flautas y sonidos de producción que la misma Mitchell colocó. Un punto a destacar, ya que ella es, además, la productora de este elepé, dejando la dirección de arte del mismo a Robbie Carolina y dejando a Taylor, con quien venía trabajando antes, como un instrumentista más para el disco.Los diez cortes que componen “Shine” son, por lo bajo, una de las mejores muestras artísticas de los últimos años. Una lírica sin igual, conciente, desmenuzadora de lo que acontece sin ser un panfleto infantil y vacío; los años han hecho que Mitchell, que de por sí se ha caracterizado por ser una observadora sin igual de las relaciones sociales y las interpersonales, obtenga con textos absolutamente hermosos y poéticos lo que muchos artistas jamás consiguen: expresión, visión de mundo. En otras palabras, sabiduría al momento de plasmar en palabras el mensaje a entregar. Por otro lado, las facultades de Joni Mitchell como compositora no sólo han mejorado en el sentido lineal. Ella se nutrió de muchos elementos y eso se percibe al momento de escuchar este trabajo y notar detalles de la producción. Si bien es cierto que Mitchell desde sus inicios ha sido una gran creadora de melodías, con “Shine” se revitaliza, se pone a la par con exponentes actuales y, en mi opinión, los supera con creces. En definitiva, al hablar de este regreso sólo puedo resumir en una frase: un álbum imperecedero. Felipe Kraljevich M. (www.rockaxis.com)

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