ROBBIE ROBERTSON How To Become Clairvoyant

How To Become Clairvoyant" es el primer disco que edita en más de una década del canadiense Robbie Robertson, el que fuera guitarrista y compositor de una de las formaciones más míticas de la historia de la música “The Band”. Para este excelente trabajo ha contado con una serie de estrellas invitadas de lujo. Por el disco se asoman nombres como los de Eric Clapton, Steve Winwood, Robert Randolph, y algunos tan sorprendentes como los de Trent Reznor (NIN) y Tom Morello (Rage Against The Machine.). Esta misma semana se estrena el single de adelanto, titulado "He Don’t Live Here No More". "How To Become Clairvoyant" ha sido coproducido por Robertson junto a Marius de Vries (Massive Attack, Bjork, Rufus Wainwright) y que espera con una gran expectación. ¿Quién es este hombre que sueña con curar al mundo desde la ordinariez del pecado aboriginal? "Mi culpa es ser indio", dice en su recuento autobiográfico. Se sabe universalmente que es inocente; 25 millones de personas han firmado en todo el mundo por la libertad de Peltier en años recientes. Y sigue preso, aislado y torturado, en uno de los últimos sótanos del mayor sistema penitenciario del planeta: el 25 por ciento de los presos en el mundo se encuentran en alguna cárcel de Estados Unidos. La mayoría son negros, luego indios (nativos se llaman ellos) y mexicanos (indios o no). Allá, la silla eléctrica es parte de la silla presidencial, y en eso lo mismo da Clinton que Reagan o Bush. La crueldad del tirano contra sus presos políticos. El castigo ejemplar. Golpeado, torturado física y psicológicamente, de modo impúdico, descarado, brutal. Peltier cita a Mathiew King, antiguo líder lakota, su antecesor: "Lo único más triste que recordar que alguna vez fuimos libres es olvidar que lo fuimos". Soy lakota y anishnabe, y vivo en la penitenciaría de los Estados Unidos, que es la reservación india con mayor crecimiento del país. Estoy en prisión desde 1976, por un incidente que tuvo lugar en la nación Oglala Lakota. Hubo un tiroteo entre miembros del Movimiento Indio Americano y la FBI y los hombres del sheriff. Murieron dos agentes, y un indígena fue asesinado. Tres de nosotros fuimos acusados por la muerte de los agentes de la FBI. Mis compañeros fueron declarados no culpables por razones de defensa propia. Mi caso quedó aparte y fui hallado culpable ante un jurado de gente no india. El fiscal declaró que ellos no sabían quién mató a sus agentes, ni conocían qué participación pudo tener en los hechos Leonard Peltier, pero alguien tenía que pagar por el crimen. Hay muchas noches en que me acuesto en mi celda, y no consigo comprender por qué no tienen fin este infierno y este terror, por los que he atravesado más de veinte años. Pero yo sé en mi corazón que alguien tiene que sacrificarse para que nuestro pueblo esté mejor. Cuando me siento y me pongo a pensar, veo que mi sacrificio no es nada comparado con los que hizo nuestro pueblo hace 200, 50 o 25 años. Algunos dieron sus vidas. Otros debieron sostenerse en pie y ver morir en sus brazos a sus hijos. Así que mi sacrificio es nada comparado con aquellos. He ido demasiado lejos como para echarme atrás. No me rindo. No, hasta que mi pueblo esté libre. Y si tengo que sacrificarme todavía más, pues me sacrificaré otro poco.

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