Parece que el batería de The Beatles no ha dicho su última palabra en el mundo de la música y lanza su decimoséptimo trabajo en solitario, Ringo 2012 (2012), titulado en honor a su trabajo más laureado, el Ringo de 1973; eso sí, que no sea su última palabra no significa que ésta sea buena, y aquí empieza la carnicería. El menos talentoso de los de Liverpool, para no destacar en absolutamente nada, ya sea voz, batería o composición, consigue llegar a un álbum mediocre, que no espantoso, y ese mérito hay que otorgárselo. Logró engancharse al carro de los Beatles y parece que la inercia sigue manteniéndole a flote. Y es que sus tres compañeros ya eran reacios a dejarle componer canciones para la banda. Musicalmente la composición de este álbum es más que decente, la conjunción entre las varias guitarras, órganos, bajo y distintas voces es acertada, simple, pero acertada; el problema es que por muy bien atados que estén, el núcleo de estas composiciones es tan básico y tantas veces utiliza...